Barceloneces salen a costas de Girona y Tarragona en pleno rebrote de Covid-19

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Decenas de miles de barceloneses salieron de de la capital catalana en dirección a sus segundas residencias, principalmente en las costas de Girona y Tarragona.

En términos numéricos, la operación salida no difirió a la de los años previos a la pandemia de coronavirus. La Generalitat contó 416 mil automóviles, solo 10 por ciento menos que el año anterior.

No obstante, este éxodo se produjo en un momento hostil, en pleno rebrote del de Covid-19 en la Ciudad Condal y con el gobierno catalán pidiendo a los vecinos de Barcelona que se quedaran en casa para evitar la dispersión del virus por toda la comunidad.

A la práctica, fueron pocos los que hicieron caso de las recomendaciones oficiales. Incluso la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, protagonizó una polémica al reconocer el viernes ante la prensa que su pareja y sus dos hijos iban a pasar el fin de semana fuera de la ciudad. No concretó dónde y horas más tarde matizó sus explicaciones en su cuenta de Twitter. «Hace días que tengo la familia fuera de Barcelona. Ayer (viernes) mi pareja fue a buscar al hijo de nueve años que estaba fuera con la abuela desde hace días, y no puede viajar solo, para llevarlo con el resto de la familia», apuntó.

Fuentes de su equipo agregaron que la familia está pasando todas las vacaciones fuera de la capital, pero sin moverse.

Sea como fuere, el ambiente general en Barcelona es desde hace días de desánimo y resignación colectiva. Para más inri, la llegada incesante de turistas extranjeros desmotiva a los locales a respetar las normas más básicas de distancia social, que el Ayuntamiento se esfuerza en recordar, ahora también con furgonetas equipadas con megáfonos.

Para muchos, no tiene ningún sentido que las autoridades exijan «contención social» –salir de casa lo mínimo imprescindible– mientras la ciudad de Gaudí acoge con los brazos abiertos a miles turistas, principalmente europeos, que, por otra parte, están dando un respiro a sectores fundamentales para la economía local como el comercio o la restauración, muy maltrechos durante los meses de confinamiento estricto.

El caos en la Generalitat (que sigue sin ejecutar una política eficaz de rastreo de casos), la multiplicación de brotes en Barcelona y Lérida, la llegada de turistas y la salida masiva de barceloneses hacia sus segundas residencias o destinos vacacionales por toda la comunidad ha conformado en las últimas horas un cóctel explosivo que, según algunos expertos, condenará a la segunda urbe española a volver a un confinamiento estricto más pronto que tarde.

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